Desde la cosecha 2018 que Amelia, línea de vinos de
alta gama de Concha y Toro, comenzó a escribir una
nueva historia de la mano de Marcelo Papa, enólogo
jefe de esta marca y director técnico de la viña.
Una de las decisiones más importantes fue trasladar su
origen al valle del Limarí, un terroir ubicado en la
región de Coquimbo, a unos 420 kilómetros al norte de
Santiago, muy próximo al océano Pacíco y al desierto
de Atacama.
Esto, porque luego de un importante estudio de suelo se
determinó que en ese sector se conjugan dos características
que hacen de este un terroir especial para producir
Chardonnay: clima y suelo.
En lo que respecta al clima, es semiárido costero, marcado
por mañanas nubladas y tardes soleadas, lo que permite
conseguir racimos con uvas con menos exposición al sol,
lo que genera aromas más frescos que no se van hacia lo
tropical. En tanto, los suelos se caracterizan por ser de
alta mineralidad, especícamente, con una gran concen-
tración de carbornato de calcio, y una cantidad de
nutrientes perfecta para el crecimiento de las parras.
“El valle del Limarí es verdaderamente único. Después de
descubrir su potencial y cómo este lugar moldea los vinos,
decidimos que indudablemente era el mejor origen para
Amelia”, detalló Papa.
Amelia es una línea que va más allá de los límites, desa-
ando lo establecido, gracias a su gran carácter, que
destaca por su frescor y sentido de origen en uno de los
valles más áridos para la viticultura en Chile. Y es que
este premiado Chardonnay, que tiene dentro de sus
reconocimientos los 97 puntos otorgados por el presti-
gioso crítico Tim Atkin y el título de Mejor Blanco y el
Mejor Chardonnay de Chile por la guía de vinos Des-
corchados, proviene en su totalidad del cuartel 9 del
viñedo Quebrada Seca, en el valle del Limarí.
Para Marcelo Papa, este cuartel reeja elmente este
terroir y, por lo mismo, este sector, en particular, y el
viñedo de Quebrada Seca, en general, son idóneos para
producir vinos de alta gama.
“Con Amelia Chardonnay busco expresar el potencial
máximo de Quebrada Seca, es decir, vinos con austeri-
dad de fruta; salinidad, propia de sus suelos; y que
tengan un potencial de guarda importante. Es decir, que
pueda enfrentarse con los mejores vinos del mundo”,
agregó el enólogo.
Y es que Amelia Chardonnay, además de mostrar múl-
tiples capas aromáticas, cuenta con una excelente com-
binación de estructura, mineralidad y una atractiva
salinidad en su nal largo y fresco. Por esto, al momento
del maridaje queda muy bien con recetas como, atún
sellado con sésamo, bisque de langosta, ostiones grati-
nados, paella de mariscos, así como también con codor-
nices, sopa de maíz o de zapallo, ravioles rellenos de
salmón y pastas con salsas levemente cremosas.
La reciente vendimia demostró lo exitosa que fue la
temporada 2020-2021, durante la cual se evidenció que
la madurez de la fruta fue lenta y homogénea, y la acidez
de las uvas se conservó de forma óptima, por lo que se
espera que de esta cosecha nazca un Amelia Chardon-
nay muy vertical, con mucho frescor, buena acidez e
intensidad. En otras palabras, un vino marcado por su
origen, un el exponente del valle del Limarí.